Me gusta el enanito
en la ventana asomado, silbando,
sonriendo entre las flores
con su risa de cascabeles.
Acostumbra a mirar mi habitación
sin cortinas de paso,
al atardecer, cuando el sol
se pone rojo grana
como su gorrito de fieltro.
Me riñe con su suave voz
de bosque siempre verde
y me doy por vencida.
Y me guiña un ojo con botas
para que le abra la ventana
y le digo: animales, osos,
juguetes, descanso, reloj,
tiovivo, rueda, armillas,
escándalo y jolgorio.