La niebla empapa el intermedio,
la tierra tiene prisa en la quietud.
Mientras avanza se espesa la niebla,
la quietud desconoce el tiempo.
Las lunas y los soles
simulan un encuentro,
apenas un dócil resumen
de tantas vueltas olvidadas.
La niebla empapa el intermedio,
la tierra tiene prisa en la quietud.
Mientras avanza se espesa la niebla,
la quietud desconoce el tiempo.
Las lunas y los soles
simulan un encuentro,
apenas un dócil resumen
de tantas vueltas olvidadas.
La luna está menguando, enciendo la radio, apago el despertador. Los baches se cruzan con marcha corta. La luna alumbra menos, la estufa me mira desconcertada, ya no la enciendo como antes. Esa ópera desde el piso vecino es como una caja de cerillas vacía. En el contestador del teléfono hay tres mensajes antiguos. Las toallas están alineadas, me río holgadamente, sin apretar los labios. Dos estornudos avisan imprevistos y ya voy por el segundo bostezo.
Ahora, con el azahar florido, me sumerjo en un campo de limoneros. Mis párpados se cierran, mis ojos no quieren mirar nada, hoy ya está todo visto.
Uno
Era un amor poco sólido, se iba yendo por los resquicios al menor soplo de viento, era intenso, pero indolente. El amor es único. Éste fue uno de ellos.
Carta de otoño
A solas conmigo misma, me hiere la blancura del papel, ¡qué contarte, si has venido de tan lejos! ¿Qué el tiempo es benevolente?, ¿qué los árboles se desprenden de sus hojas secas?, ¿qué las estrellas parpadean con luz fosforescente?, ¿qué tengo una casa donde siempre podré cobijarme de la lluvia?…
El hombre, la mujer y el árbol
Un hombre amante, dulce y cariñoso, susurrando palabras tiernas al oído, no es un hombre, es un árbol. Era una mujer morena, alrededor suyo se movían las hojas de los árboles que caían, dice que lánguidamente.
Nada termina con definición
pues la grandeza surge de la nada.
Sumergidos hasta el pescuezo
nuestras ropas las seca el aire.
La fuerza de la superficie empuja
sobre las pasiones del alma.
Purificada por los elementos,
la vida, así la vida eterna,
la eternamente viva desnudez,
nos ampara al cabo del tiempo.
Como una maleta unidad
de corazones calientes quemados
al borde del precipicio profundo,
así desemboca la cruz.
Ando y ando, estoy sola, me canso, busco el conocimiento de “mí”, me aligera la idea de libertad, me asusto, no estoy huyendo, solo ando y ando, no estoy sola, veo a tanta gente, me rodean tantos caminos, me dan fuerza, no me asusto, solo espero en la meta la tranquilidad de espíritu.
La reina de espadas solloza,
sorprende su presencia ruda.
El jardín de acero estremece
y los peces anaranjados
bajo las algas esconden su brillo.
Sobre la fuente vuelan las gaviotas
Atormentado corazón:
entre las ramas secas de los árboles
te doy permiso para amar
contra el coloreado atardecer,
y para ser amado,
hermosas, del cielo y el mar,
te libero del abandono
nos acompañan tierra adentro
y los nervios encadenados.
para deshacer sus misterios.
La cama donde yacen
rebosa de chinches doradas,
escalonados a la cabecera,
una virgen y un cristo
de madera policromada
Cada noche todos los humos,
como un incendio colectivo
se elevan altos en el cielo,
el del incienso, oración en penumbra.
Atrapadas las luces tras los ojos,
es nuestra noche oscura
de la que nacen todos los espectros
y rogamos disimuladamente
que nos devuelva el día.