Un peso de añoranza
acongoja como un guisante
y no es más cierta la impresión
que abrazar sin lujuria,
de par en par abiertas,
las lagunas del desamparo.

Un peso de añoranza
acongoja como un guisante
y no es más cierta la impresión
que abrazar sin lujuria,
de par en par abiertas,
las lagunas del desamparo.