Aquella noche la gata parda estaba maullando debajo de un coche. Aquella era una noche de gatos: un ejército de gatas en celo maullaban solemnemente bajo la luna llena; por lo menos había una aunque el eco de la desierta calle estrella confundiera a un ejército de gatos que lo mismo trepaban a las verjas de los jardines que corrían por encima de los coches aparcados; por lo menos un par de ellos habían porque poco después se enzarzaban en una pelea de mordiscos y zarpazos a cual peor.
