Ahora acuéstate sobre tu espalda y dibuja con tu cuerpo una estrella de cinco puntas, del centro emite un sonido, dirígelo hacia la altura, respira profundamente hasta que el aire choque con tu ombligo y devuélvelo al aire ahuecando tu abdomen, expirando con toda el alma para reunirlo con el grito desahogado de arriba, olvídate de que estás rodeado.
Ahora recurre a tu instinto para acomodar los huesos dentro de los músculos, indispensable mullir y sacudir el envoltorio de carne para ablandarlo.
Por último, pon tus sentidos de manera que tus no-sentidos atraídos por el simple existir vegetal, sientan deseos de conocerte.