La luz es corta en los días de invierno,
apenas una vela que calienta el platillo
donde la cera blanda es un río de lava,
así nacemos, descubiertos,
amando el primer llanto,
doloroso soplido que aterriza en el alma,
así convergemos el caos
céntrico y relamido,
abriendo una determinada brecha
para ir, ir y venir y a lo sumo soñar
en las largas noches de invierno.