La marea que sube y baja
deja el rastro en la arena,
el carcelero conmigo detrás
siguiendo el rastro del oscuro abismo.
Es falso lo de la llave maestra,
no se ve ninguna en la playa,
no hemos tenido tiempo
de contemplar el horizonte.
La mirada sinceramente
nos refleja el uno en el otro
en ambos lados del maldito espejo.
Quiero llegar a tierra firme
para pisar y que nada se mueva
y la confianza me quiere insinuar
que lo que piso está vivo y se mueve.