El fuego en la chimenea crepita
alrededor de un sábado
que parece domingo,
sentados sin costuras, pies calientes,
ellos te consideran
un ave sin paraíso.
Es invierno, mi amigo está enfermo
y quisiera arrancar
el dolor de su cuerpo.
Te besa la medianoche
con sus gruesos labios negros,
con sus anchos brazos negros
te abraza la medianoche.
Hace calor, mi amigo está dormido,
el olor de su tierra
me devuelve la calma,
abre los ojos para respirar,
unas palabras tenues
no serán imposibles
y tomaremos un vaso de vino
antes de amar el miedo,
ese rayo atrevido.
(A Manuel Caballero Malpica)