-Sabes que hora es?
-No, no, y tú sabes que hora es?
-No, no sé, qué hora podría ser?
-Qué hora dirías?
-Las 12 del mediodía?
-No, no creo que sea esa hora, es de noche.
-Y si vas atrasado?
-El día iría adelantado.
-El día o la noche irían atrasados.
-No sabemos que hora es y eso es peligroso.
-El peligro pasará y las horas pasarán y nosotros seguiremos sin saber que hora es.
-Y si le pregunto a alguien, serviría de algo?
-De algo serviría. En caso de que llevara la hora correcta, sabríamos la hora que es.
-Diablos, nos maldicen desde aquella esquina, qué pasa, cabrones?
-Creo que estamos perdiendo el tiempo, no pueden oírnos.
-Y crees que deberíamos irnos, en este caso?
-Evidentemente no hacemos nada aquí.
-Estoy preocupado, se me cansan los brazos y las piernas en cualquier postura.
-Eso te impedirá llevar reloj.
-Es muy molesto. El último reloj me lo regaló mi mujer y era de plástico. Las excusas que puedo darle son increíbles. No sé cuanto durará ésta farsa, me tiene los nervios destrozados.
-Yo nunca he tenido reloj. Desde siempre he calculado la hora a ojo. Miro hacia el sol, si hay sol, y adivino la hora inmediatamente.
-Lástima que sea de noche. Eres problemático, necesitas un reloj.
-Con urgencia, he decidido acabar de una vez por todas con la ignorancia.
-La ignorancia, tiene que ver con la ceguera?
-Esa pregunta es ambigua. Me preguntas algo que no tiene sentido. Mi paciencia tiene un límite, querido amigo, el límite de la impaciencia.
-Consigues que me sienta afortunado. Eres abrumador.
-Está bien, vamos al cine. No creo que lleguemos tarde.
-Ah! He olvidado la cartera, o me la han robado.
-Te habrás equivocado de chaqueta, también pudiera ser.
-No importa, me invitas y todo solucionado.
-No creas que es tan fácil, no suelo invitar a nadie al cine.
-Podrías hacer una excepción.
-Podría, pero no me interesan las excepciones de este tipo.
-De quién, de mí?
-No, no, de aquel amigo tuyo que nos llevaba a dar vueltas por los campings.
-Los campings, ja ja ja
Preguntando la hora
