Para volar sobre los tiempos
con alas blancas avanza el guerrero,
no puede detener
ni la tormenta ni el calor,
ni el ruido ni la soledad
y si pisa el cemento
o si pisa las piedras,
aplastan sus pies la dureza.
Marcha disciplinado, erguido,
cargado de tormentos,
con su verdad incierta
en el sobrio rostro esculpida.
A pleno sol y a plena luna
le estremece el sonido circular
de la canción del ruiseñor.